En todas las regiones existen una serie de “falsas reglas” para conocer si una seta es venenosa o no, sin ninguna base científica, mantenidas de generación en generación, es vital desterrar estos errores para evitar accidentes. Estos errores en la identificación de las especies tóxicas no son muy diferentes, por cierto, de los que circulan por otros países de Europa.
Es falso que:
- Las setas venenosas ennegrecen al cocerse con un objeto de plata. Esta reacción se debe a compuestos azufrados, no a las toxinas de las setas. Ocurre también al cocinar rebozuelos o chantarella que son comestibles (Cantharellus cibarius).
- Las setas venenosas oscurecen con un ajo o cebolla. Podría ocurrirnos al cocinarlos con algunos alimentos como huevos.
- Las setas que aparecen en el mismo lugar año tras año son siempre comestibles. Junto al micelio que permanece en el mismo lugar año tras año puede crecer micelio de otra especie tóxica, incluso de morfología similar.
- Las setas venenosas pierden su toxicidad tras haber sido mantenidas en agua, salmuera o vinagre. Esta técnica de conservación sólo asegura la pérdida de ciertos compuestos tóxicos solubles en agua (presentes en los lactarios o las rúsulas acres o picantes), pero no elimina en absoluto las toxinas más peligrosas (Amanita phalloides).
- Las setas que presentan restos de haber sido mordidas o consumidas por algún animal no son venenosas o dar de comer setas dudosas a ciertos animales. Nunca debemos fiarnos de que un ejemplar mordido o comido por los animales sea comestible. Existen varias razones para ello:
- Diferente fisiología digestiva entre las especies.
- No conocemos qué ocurrió con el animal que mordió o probó el ejemplar.
- El efecto tóxico puede manifestarse varias horas después de la ingestión, cuando ya no vigilemos al animal.
- Es cruel usar animales para estas prácticas.
- Las setas presentan toxicidad por haber sido atacadas por animales. No hay razones para que una seta gane o pierda toxicidad por haber sido tocada por animales, por otras plantas o ciertas aguas. Pero eso no impide la creencia popular de que las setas tocadas por erizos, babosas, sapos o culebras adquieren cierta toxicidad.
- Las setas presentan toxicidad o no según el terreno donde crezcan. La toxicidad o comestibilidad de las especies no depende del ambiente donde crecen.
- La toxicidad de las setas varía según el color que presentan en fresco o al corte. No existe una sola característica específica para distinguir por el color unas especies tóxicas de otras que no los sean. Ni siquiera el color azulado más o menos intenso que un gran número de boletos presentan al corte es característica segura de su toxicidad.
- Las setas que crecen sobre tocones de árboles son siempre comestibles. Ciertas especies muy tóxicas, o incluso mortales (Galerina marginata, Omphalotus olearius) crecen sobre troncos o tocones de árboles.
Otras creencias falsas:
Numerosos autores recogen otras creencias presentes en toda la geografía española sobre curiosos criterios para saber si los ejemplares son comestibles:
- Todas las setas que salen en los prados en primavera y huelen a harina son comestibles.
- Todas las que tienen pie mazudo y huelen a harina son comestibles.
- Todas las setas blancas que no amarillean al pasar una noche al sereno son también comestibles.
Amanita phalloides (Venenosa mortal).
Amanita verna (Venenosa mortal).
Tomado de www.biodiversidadfungica.com